Desde
hace varios días en el blog se han venido vertiendo opiniones a favor
del cambio de sede para la selección, algo en lo que estoy plenamente de
acuerdo, pero pienso que, además de impracticable en estos
momentos, no es la solución al
problema de nuestro futbol o nuestra selección además de que achacarle
toda la culpa a un estadio o ciudad de los problemas futbolísticos de
nuestra selección o futbol sería engañarnos a nosotros mismos.
No cabe duda que Zulueta sería el lugar ideal para que sea la casa de la
Tricolor, pues allí no solo sería apoyada y mimada por los zulueteños y
villaclareños, sino también por la gran armada Marinera que llegaría
hasta los predios del Camilo Cienfuegos, como lo hacen cada vez que
juegan los cienfuegueros en la Cuna del Futbol, pero no nos pongamos
vendas en los ojos, no nos engañemos ni dejemos que nos engañen, el
problema es más profundo, pasa por la dejadez y la mentalidad con que se maneja, no solo el futbol sino también todo el deporte.
Poco más se le puede pedir a nuestra selección que lo que se vio en el Pedro Marrero, pelear, poner la cara y el corazón, algo que se había perdido con Triana y que de a poco se va recuperando con Alexander González. Mucho más de lo que hicieron muchos de los que hoy los critican y estando a la vuelta de la esquina no asistieron al Marrero a apoyarlos, abrigarlos y prefirieron quedarse en casa o pagar por ver los partidos de España, Alemania o Brasil.
La
ingenuidad y falta de roce nos mata, falta ese colmillo esa picardía
tan importante para jugar al futbol de hoy y que se adquiere jugando en
ligas de mayor calidad es inconcebible que un delantero pueda escaparse
tan libremente de un defensa sin ser derribado, como ocurrió en el
tercer gol de Honduras, y no hablamos de un hachazo artero que
comprometa la integridad de un jugador, pues estamos en contra del juego
brusco o mal intencionado, pero tal vez sí de un agarrón a la camiseta
del rival, cumplir esa máxima del futbol que reza: “Que pase el jugador o
la pelota, pero no los dos”.
Habrá
quien diga que tal acción hubiese provocado la expulsión de Colomé,
pero mejor una Roja que un Gol, pues derrota aparte, un dos cero no es
lo mismo que un tres cero que además de ser un resultado mentiroso por
lo visto en el Marrero, el efecto psicológico sobre el equipo, sus
seguidores y hasta para sus rivales es completamente diferente.
Se
impone, hoy más que nunca, aunque sonemos repetitivos o como estribillo
de canción que se repite una y otra vez, un cambio de mentalidad, una
apertura de ideas, de nada sirve tener buenos jugadores si estos no
pueden ser convocados a la selección nacional, si a los que comienzan a
despuntar en la isla no se les da la oportunidad de jugar extra
fronteras usando como escusa un patriotismo o nacionalismo barato que no
tiene nada que ver con Cuba y si con unos ideales pasado de moda y que
solo promueven mediocridad.
Es
parte natural del ser humano el querer crecer, progresar, desarrollar
sus cualidades, esas que Dios o la Naturaleza le dio, es por eso que hoy
andamos en automóviles, usamos computadoras y viajamos no solo a través
de nuestro bello planeta, sino que ya estamos por la Luna, Marte y
quien sabe por donde más que no nos han contado y no viviendo en una
cueva como hace millones de años. Esa es nuestra naturaleza, nuestra
forma de vivir y el futbol es parte de ello. No podemos seguir viviendo
en el pasado, en el romanticismo de amateurismo, pues si no
evolucionamos desapareceremos como los dinosaurios.
Hay
que promover el patriotismo, el nacionalismo, pero no ese amarillista
que define como cubano, solo al que vive dentro de las fronteras de la
isla o profesa un tipo de ideas, cubanos somos todos los de adentro y
los de afuera, los rojos, los azules, verdes, morados o cualquier otro
ideal político, cubanos somos todos, lo que nacidos fuera o dentro de la
isla sentimos un vuelco en el corazón o se nos eriza la piel cuando
velos la tricolor ondear libre en el viento o las notas de nuestro Himno
repicar, los que nos pintamos la cara cuando juega nuestra selección,
los que desean ponerse la de las cuatro letras y defenderla dentro del
verde rectángulo, hacer respetar no solo nuestro futbol, sino también a
la patria, de hacer sentir a los cubanos todos orgullosos y no avergonzados de su selección.
Hay
que promover el nacionalismo, el patriotismo, pero el real, no el
amarillista, hacer de los partidos de la selección una fiesta nacional,
como ocurre en todo el mundo, pues inconcebible que en una país humilde
como el nuestro no se apoye al deporte de los humildes.
Hay que cambiar, si, pero no de sede, o tal vez sí, pero antes hay que cambiar de mentalidad.(Del Blog del Futbol Cubano)
Tienes toda la razón. Si no hay un cambio de mentalidad en las principales figuras políticas del país;y no digo solamente en los dirigentes deportivos; jamás levantaremos,no solo en el deporte, sino también en todas las esferas del país.
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